Que no se decretara la alerta, como correspondía, es preocupante. Se estarían haciendo cálculos políticos en un asunto que tiene implicancias en la salud de millones de personas.
Fecha edición: 11-04-2006
Una vez más, algunas decisiones del gobierno en el área de la gestión medioambiental en la capital entregan elementos para que los santiaguinos duden respecto de la calidad de ese trabajo y teman por sus eventuales consecuencias para la salud. Esto, luego de que el pasado sábado la Intendencia Metropolitana decidiera no decretar la primera alerta ambiental del año, a pesar de que dos estaciones de monitoreo presentaran índices catalogados técnicamente como malos, sobre los 200 Icap (Indice de Calidad del Aire por Partículas), lo que, según la normativa, obliga a implementar aquella medida.
Los episodios de alerta significan que la autoridad debe implementar un par de medidas restrictivas: aumentar en dos dígitos la restricción a los vehículos no catalíticos (que afecta, entonces, a cuatro) y cerrar algunas de las fuentes fijas de contaminación, que en la mayoría de los casos son industrias. Además, los especialistas recomiendan no hacer mayor ejercicio físico.
En ningún caso la omisión de la medida puede ser considerada como una justificación válida -aunque se argumente que se trataba de un día feriado (domingo), cuando lo previsible es que bajen el tránsito vehicular y el nivel de actividad industrial-, ya que en la práctica se expuso a la ciudanía a altos niveles de material particulado. Y eso, a su vez, se tradujo en claros riesgos para la salud de millones de personas.
No puede pasar inadvertido que esto se produjo sólo dos semanas después de que se hiciera pública una dura auditoría realizada por científicos extranjeros y nacionales sobre el Plan de Prevención y Descontaminación de la Región Metropolitana, informe que reveló el estancamiento y serios problemas estructurales del sistema completo. Así, lo que ocurrió el fin de semana puede generar, con bases más que justificadas, suspicacia ciudadana. Al no decretar la alerta ambiental, como se debió haber hecho, la autoridad se puede haber querido evitar nuevos ruidos en una materia en la que ya lleva tiempo bajo fuertes críticas, al menos desde que se supo de la auditoría, de sus resultados y, muy en especial, que el documento había sido mantenido oculto desde comienzos de este año (justamente, más allá de los formalismos de la explicación oficial, por el negro panorama del que dio cuenta, que contradecía el tono autocomplaciente en materia de descontaminación de los últimos años).
Decretar la alerta ambiental, después de esos antecedentes, es probable que hubiera incrementado la percepción negativa respecto de la real calidad del aire metropolitano. Esa es una situación preocupante, sobre todo porque se estarían haciendo cálculos políticos pequeños en un asunto que tiene implicancias directas en la salud de millones de personas. Así, aunque en este caso haya sido la Intendencia la responsable, la nueva directora de la Conama, nombrada recién la semana pasada, tiene enormes desafíos: ayudar a revertir, con hechos concretos, esta tendencia que genera desconfianza en cómo se maneja el tema ambiental en la Región Metropolitana. Más institucionalidad ad hoc, como el proyectado Ministerio del Medio Ambiente, puede contribuir, pero todo parte de cambios en este plano.
Resulta paradójico, por ejemplo, que mientras el gobierno invierte millones de dólares en reformas sanitarias, mantenga en un lugar secundario a las entidades encargadas de fiscalizar y poner en marcha los planes de descontaminación, tal como se concluye de la auditoría, que estableció que entre los años 2000 y 2005 el presupuesto ha disminuido en un 50% y que hay poco más de 40 fiscalizadores para cuatro mil industrias.
Otra grave situación que se desprende del informe son los problemas que registra el sistema de monitoreo de la calidad del aire, pilar fundamental del modelo predictivo. Hoy se utiliza el sistema Cassmassi, que busca anticiparse a los episodios críticos; sin embargo, su efectividad no ha superado el 85%. Esta situación debiera mejorar con otro modelo, el Neuronal, ya en marcha, que ha obtenido mayores grados de efectividad. Sin embargo, esto no será de gran ayuda si la autoridad no considera, por razones que cuesta entender, sus resultados, como debió haber hecho el fin de semana
No hay comentarios.:
Publicar un comentario